jueves, 19 de julio de 2012

El adiestramiento


Comienza el adiestramiento










Ya en los primeros meses, el cachorro, sea cual sea su raza, podrá iniciar el adiestramiento básico necesario para establecer entre propietario y perro esa relación de cooperación esencial para obtener buenos resultados. El adiestramiento básico comienza con el juego, sin obligaciones de ningún tipo: cualquier momento puede ser propicio para enseñar al inexperto cachorro algo nuevo. Así, por ejemplo, cada vez que le dé de comer haga que se siente tratando de ayudarse con una mano, bajando la grupa, y siempre utilizando la orden «sentado». Solamente cuando se haya sentado el cachorro, aunque sea durante pocos segundos, le dará la ración de comida y lo felicitará exclamando «bien, bien». El juego con el cachorro es una fase decisiva para determinar su carácter y capacidad de aprendizaje. Incluso el simple lanzamiento de una pelota, por ejemplo, si va acompañado de la orden «trae, trae», servirá como adiestramiento y aún más, si antes de hacerse entregar la pelota consigue que el perro se siente impartiendo la orden «sentado». Adiestrar divirtiendo es la clave de todo el adiestramiento; la obligación, el intento de obtener el resultado sólo con la fuerza y contra las dotes naturales del cachorro son sin duda contraproducentes. El adiestramiento ya iniciado en edad tierna, aprovechando las cualidades innatas de cada ejemplar, es decir, su capacidad de aprender, es mucho más natural y garantiza mejores resultados que un adiestramiento iniciado después del año de vida. Existe una gran diferencia entre un cachorrillo que sale de paseo con su propietario y un perro de ocho o diez meses que aún se debate como un caballo sin domar. y qué pena da ver a un perro que en lugar de responder a la llamada de su amo huye y es muy difícil de recuperar.


Habituar al cachorro tempranamente a responder a las órdenes no sólo ofrece la ventaja de obtener un perro precozmente adiestrado, sino también la de no tener que utilizar casi nunca la fuerza. Además, cuanto más tiempo se pasa con el perro más se refuerzan la compenetración con su amo, el aguante frente a la pesadez del adiestramiento y la capacidad de aprendizaje, dotes que difícilmente podremos hallar en un perro adulto aún por adiestrar. En este último las enseñanzas deben inculcarse siempre con cierta dureza, con el resultado de obtener en la mayoría de los casos un perro huraño y nunca contento de satisfacer a su conductor o a su amo.
 Texto extraido del libro "El adiestramiento de los perros de caza" por Claudio de Giuliani.


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Cuánto tiempo debe dedicarse al cachorro


 








El secreto para obtener resultados satisfactorios en el adiestramiento de un perro reside en la compene-tración que se establece entre este y el instructor. Este último debe ser considerado por el cachorro primero y por el perro adulto después, el jefe de jauría, grado que se obtiene sin someter al joven alumno a inútiles vejaciones: en este caso en cuanto sea posible intentará no aplicar severos castigos. Se debe obtener el máximo de la respuesta haciéndolc sahorear la alegría de la felicitación tras un ejercicio bien hecho y, en caso contrario, castigándolo si es necesario, pero sin excederse. La compenetración se desarrolla en proporción con el tiempo que perro y amo pasan juntos. Un cachorro abandonado en la perrera durante días y días, que solamente nos vea en el momento de la comida, nunca será, de adulto, un perro motivado para ofrecer el máximo de sí. Intentará hacer solamente lo justo para obtener su ración diaria. Naturalmente, existen diferencias entre las razas: un perro de muestra, por ejemplo, no necesita el mismo grado de adiestramiento en las disciplinas básicas (y son estas las que requieren la máxima compenetración posible entre alumno e instructor) que un perro de rastro


El adiestramiento para los ejercicios básicos comporta momentos de obligación que el perro solamente aceptará si reconoce en el amo a su jefe de jauría. El perro necesita a alguien que lo eduque, que le enseñe qué hacer, como sucede en la naturaleza, donde los maestros del cachorro son primero la madre, luego el cachorro más mayor y por último el adulto, el jefe de jauría para ser exactos. Una vez concluida la fase de aprendizaje natural, la realizada por la madre, el cachorro quiere y debe tener otro punto de referencia: al amo le corresponde desempeñar esta función. Por eso, nunca se deberá abandonar el cachorro a sí mismo, sino aprovechar cada momento para estar a su lado, comenzando así, casi como un juego, la fase de adiestramiento básico.


Veamos unos ejemplos. En el jardín, en el parque o en un prado juegue con el cachorro lanzándole un trozo de madera o un objeto blando que sea capaz de coger con la boca. Mientras instintivamente intenta devolverle el objeto pronuncie la orden «trae».


Cuando lo meta en el coche, al principio durante pocos minutos y sin arrancar, a fin de habituado a esta nueva experiencia, invítele a permanecer en su lugar impartiéndole al mismo tiempo la orden «sentado». De esta manera, tras algunos intentos el perro le podrá acompañar en todos los viajes y cuando oiga el motor del coche no verá el momento de seguirle.



Acostúmbrelo a la traílla poco a poco, llevándolo a menudo con usted aunque sea para realizar breves trayectos; el placer de estar con su amo le hará soportar mejor la fatiga y la sensación de obligación derivadas del hecho de llevar el collar y de estar atado de la traílla.



Naturalmente, también la hora de la comida debe ser un momento transcurrido junto al cachorro y utilizado para comenzar a enseñar algunas órdenes. Por ejemplo, con la escudilla en la mano, mientras el perro, alegre, mueve la cola delante de usted, intente que se siente ejerciendo una ligera presión en la grupa e impartiendo la orden de «sentado». El propietario de un perro de rastro o de un drahthaar podría aprovechar esta situación para enseñar el ladrido a la orden: será suficiente incitar al cachorro con la orden «ladra» cuando él, ansioso de recibir su ración, haya comenzado ya a ladrar. Si el perro comienza a asimilar ya la orden en el futuro será más fácil el aprendizaje de ejercicios más complejos.
Como puede ver, cualquier momento es bueno para estar con el cachorro, mejorar la compenetración y empezar, jugando, a impartir algunas órdenes básicas y válidas para cualquier raza de caza. La constancia y la tolerancia son la base de un correcto enfoque del mundo del adiestramiento y representan las indispensables cualidades del carácter de un buen instructor, tanto si es un simple aficionado como si se trata de un experto profesional. Por desgracia, es frecuente ver como hay personas que descargan en su perro todas las preocupaciones de la semana o que utilizan en el adiestramiento crueles métodos de obligación para alcanzar el objetivo rápidamente. Pero, como ya hemos subrayado, la prisa es enemiga del buen adiestrador: nunca hay que hacer las cosas rápidamente o sin método, el perro se daría cuenta y su comportamiento se resentiría; es mejor dejar el adiestramiento para el día siguiente y pasar en cambio los pocos minutos disponibles jugando con el cachorro.


Naturalmente, quienes no tienen tiempo o ganas de adiestrar a un cachorro siempre pueden comprar un perro adulto, aunque de esta forma no tendrán acceso a la alegría y la satisfacción que ofrece la cría y el adiestramiento de un cachorro. También el rendimiento en el terreno, sobre todo en ciertas razas utilizadas para labores específicas, será sin duda mejor en un perro criado y adiestrado «en casa» que en uno comprado ya de adulto.


Criar un perro requiere mucho tiempo y gran dedicación. Naturalmente, para los neófitos será necesario consultar textos específicos o, si es posible, solicitar la ayuda de adiestradores o conductores expertos. Para obtener buenos resultados es necesario, al menos al principio, seguir algunas reglas que ya son práctica habitual en el adiestramiento canino.

El adiestramiento básico

 Nociones previas

Todo cazador tiene un compañero ideal: el perro. Hacer amistad con él será un juego fascinante; adies-trarlo personalmente dará una gran satisfacción.

El adiestramiento de los perros de caza suele dividirse en dos partes: una básica, válida para todas las razas, y otra, especializada, relativa al trabajo de cada raza. En la clasificación oficial de la Federación Cinológica Intemacionallas razas de caza se dividen en seis grupos, correspondientes a seis usos cinegéticos distintos. Existen razas de madriguera o de cubil, utilizadas para la caza subterránea de zorros y tejones, razas de rastro para la recuperación de animales heridos, razas de muestra para la caza de las piezas llamadas de pluma, razas de acoso para la caza de liebres, conejos y corzos, razas levantadoras para la caza sin muestra de faisanes y liebres y, por último, razas de cobro, utilizadas exclusivamente para la acción de cobro, sobre todo de la caza de pluma.

El adiestramiento básico es único, válido para todas las razas, por lo que tanto un teckel como un perro de muestra, un sabueso o un labrador, por ejemplo, deben saber ejecutar a la perfección la llamada o ven, el sentado, el tierra, el espera, el atrás y naturalmente saber ir de la traílla. Luego, cada perro deberá someterse a un adiestramiento particular destinado a enseñar el trabajo específico para el cual se utiliza su raza. Por eso, a un perro de muestra, por ejemplo, se le deberá enseñar el trayecto, a un perro de busca la metodología para levantar la caza, a un perro de cobro el cobro desde el agua o desde la espesura de un bosque, a un perro de rastro la búsqueda y la defensa de la pieza y a un perro de madriguera o cubil cómo afrontar sin temor el paso por la larga madriguera del zorro o del tejón. Una buena compenetración no debe disminuir la autoridad del adiestrador, que debe ser considerado por el perro como el jefe de jauría y no un compañero de juegos: esa relación se establece con afectuosa firmeza, sin utilizar nunca bastón o correa, sino felicitaciones y golosinas como premio. El buen adiestrador debe seguir unas reglas básicas para no poner en peligro el éxito del adiestramiento:

  • Escoger siempre un lugar tranquilo, de forma que el alumno no sea distraído por cosas ni personas; 
  • Realizar siempre todos los ejercicios de la mejor manera posible, repitiéndolos varias veces si es necesario;
  • No interrumpir nunca un ejercicio antes de haberlo completado (el perro no lo entendería);
  • Acariciar al perro con una mano, a ser posible con la izquierda, empleando la derecha para impartir las órdenes gestuales;
  • Castigar al perro, aunque sólo sea verbalmente, siempre cuando está atado de la traílla para evitar que se escape (el perro inteligente comprende enseguida que los castigos son la consecuencia de un ejercicio mal hecho).

Las órdenes deben impartirse siempre con las mismas palabras: para premiar al perro uti1izar la palabra «bien»; para censurarlo después de una acción mal realizada utilizar un «no» seco, tratando de corregirlo de inmediato.

Las órdenes pueden impartirse de viva voz, con el silbato o con otras indicaciones acústicas y con gestos que deben corresponder de forma específica al ejercicio. Cualquier sonido, palabras, silbidos, etc., siempre deberá emitirse con el mismo tono, las órdenes breves y la voz firme y baja: nunca hay que gritar, lo cual sólo pondría nervioso al perro.



El equipo

El equipo para el adiestramiento básico de un perro de caza está compuesto sólo por collares y traí-llas, mientras que para el entrenamiento específico de las distintas disciplinas cinegéticas se requieren diversos utensilios, importantes para el buen resultado final.

Un collar normal formado por una cadena metálica a la que se unirá la traílla; esta, si se aplica en la anilla externa, lo transformará en un collar de nudo corredizo, si se aplica en la interna lo dejará fijo.


 Una traílla de cuero, de al menos dos metros de largo. Un objeto de cobro de madera, no demasiado pesado y que no hiera al animal. Una fusta o bien una caña de bam-bú, que se utilizará para reprender al animal sin llegar nunca a golpearlo. Un silbato, instrumento indispensable del buen adiestrador, que puede sustituir la orden vocal y que deberá ser de la tonalidad adecuada. También es útil disponer de una bolsa de cuero normal que tenga en el centro unas cerdas duras. El uso de este utensilio enseñará al perro a aflojar la presa en las fases de cobro y recuperación. Una pistola de salvas, para habituar a los disparos a los ejemplares jóvenes. Deberá utilizarse con sensatez, de forma gradual, primero desde lejos y luego cada vez desde más cerca. Conviene disparar solamente cuando el cachorro está jugando o comiendo, de forma que pueda asociar fácilmente el disparo con algo agradable.El adiestramiento básico no debe iniciarse antes de los seis meses de vida del perro.


Los ejercicios básicos

La llamada 

Esta orden ya debería ser conocida por el cachorro, puesto que debería enseñársele en edad tierna. En cualquier caso, también puede ser bien asimilada, y con óptimos resultados, por los perros adultos. Es captada casi de forma instintiva por el perro. En efecto, ya de cachorrillo nuestro perro habrá oído muchas veces esta orden, que con el paso del tiempo sin duda le resultará familiar. El único instrumento nece-sario es la traílla larga o una cuerda de al menos diez metros. El terreno escogido para la enseñanza deberá ser tranquilo y no ofrecer distracciones para el joven alumno. En cuanto lleguemos al lugar no dejaremos suelto al perro sino que lo mantendremos atado a la cuerda o sujeto de la traílla, permitiéndole, . no obstante, inspeccionar el terreno. Pasados unos minutos lo llamaemos con la orden completa: «nombre ven». Si el perro acude junto a nosotros sin vacilar, lo premiaremos y felicitaremos; en caso contrario tiraremos de él con la traílla sin olvidar felicitarlo igualmente. En este último caso también puede ser útil recurrir al silbato y a una orden visual, por ejemplo levantando el brazo con la palma de la mano dirigida hacia el perro. El ejercicio se repetirá hasta que haya comprendido la orden. Cuando estemos seguros de la obediencia con el perro atado, pasaremos a la llamada con el perro suelto: después de dejarlo libre para que corra durante algunos minutos en un lugar tranquilo, lo llamaremos con la orden «ven». En ese momento, el perro deberá responder positivamente ya que la orden ya es conocida y está asimilada. En caso contrario no se debe cometer el error de perseguido o regañado: lo único que podemos hacer es alejamos de él en dirección opuesta, de forma que piense que vamos a abandonado. Este movimiento casi siempre le hará correr hacia nosotros. También en este caso será necesario premiar al perro: el contacto con el amo debe ser siempre un momento feliz, un motivo de alegría, nunca una experiencia desagradable.

Una vez haya comprendido perfectamente la orden de llamada pasaremos a la enseñanza del sentado.

El sentado

Para enseñar esta orden es suficiente con que el perro esté habituado a caminar de la traílla. Los únicos utensilios que se necesitan son el collar y la traílla. El ejercicio para enseñar el sentado es muy sencillo. Mientras caminamos con el perro de la traílla nos detenemos de golpe dando al mismo tiempo la orden «sentado»: con la mano derecha le mantendremos levantada la cabeza, mientras con la izquierda ejerceremos presión sobre la grupa, obligándolo así a sentarse. Tan pronto como el perro haya adoptado la posición requerida será felicitado. DéSpués de unos segundos daremos con la traílla un ligero tirón, obligando al perro a levantarse para seguir andando. La orden deberá repetirse varias veces, hasta que haya sido asimilada de forma definitiva. Para enseñar este ejercicio no es obligatorio que el perro esté atado de la trama, pero el hecho de que esté de alguna manera unido a nosotros ofrece la ventaja de poderlo controlar siempre.






 
 En la continuación de la fase de adiestramiento, después de la llamada y el sentado, es el momento de enseñar el tierra, orden relacionada con el espera y el ven.






El tierra y el espera


El tierra es una orden fundamental para un perro de caza Y resulta bastante fácil de enseñar. El perro ya tendría que conocer bien las órdenes de sentado y de ven. También para este ejercicio solamente se necesita el collar, una trama y eventualmente la cuerda larga.

El adiestramiento comienza con el perro ya en posición de sentado, atado de la trama, a ser posible a nuestra izquierda, dando precisamente la orden «tierra» y actuando en las patas anteriores, levantándolas y estirándolas hacia delante hasta que el perro alcance la correcta posición, llamada «de esfinge».

Entonces el perro será premiado y felicitado. En caso de que el perro sea obstinado y le cueste comprender, se puede actuar también con la trama, que pasaremos bajo el zapato y estiraremos, obli-gándolo a bajar casi de forma natura1. Con la orden «tierra» debe asociarse también el gesto de la mano que indica el suelo, algo muy útil para las órdenes a distancia, básicas para todos los perros de caza. Además del gesto se puede utilizar también el silbato y en este caso el sonido emitido deberá ser breve y fuerte. La orden, utilizando el gesto y el silbato, se impartirá hasta que el perro ejecute sin problemas el ejercicio. Debe recordarse siempre que este es un ejercicio de obligación para el perro, por lo que no debe exgerarse en la enseñanza diaria, sino limitarse a pocas sesiones separadas.
Por lo general, tras el «tierra» sigue el «espéra», orden destinada a hacer que el perro permanezca inmóvil hasta nueva orden. Con estos dos ejercicios se conseguirá que el perro sea capaz de permanecer en posición correcta incluso durante horas. Pondremos al perro en la posición de tierra, a ser posible con la cuerda larga enganchada al collar. Alargando la mano hacia él le impartiremos la orden «espera», dando a continuación algunos pasos para alejamos. Si el perro nos sigue, en el momento en que intente alejarse del lugar en que lo hemos puesto, daremos un tirón bien fuerte con la traílla, repitiendo antes un «no» seco y decidido, seguido tras algunos segundos de la orden «espera». Estas dos órdenes son consideradas obligaciones por el perro, sobre todo si es un ejemplar joven, por lo que una vez concluida la enseñanza, que termina dando el «ven», jugaremos con él para que se relaje.

Cuando el perro haya aprendido bien la orden espera, impartida de forma que siempre nos pueda ver, intentaremos hacérsela ejecutar mientras nos alejamos cada vez más, hasta desaparecer de su cam¬po visual. Los perros bien adiestrados son capaces de permanecer en la posición tierra incluso durante horas. El último ejercicio del adiestramiento básico es la marcha de la traílla.

La marcha de la traílla

Este ejercicio debe enseñarse cuando el perro es un cachorro, pues de lo contrario de adulto se convertirá en un ejemplar casi imposible de conducir. El adiestramiento de la traílla debe considerarse fundamental y concluirá cuando el perro haya aprendido a seguimos, siempre por el lado izquierdo, sin quedarse demasiado atrás o adelantarse en exceso. Sobre todo para un perro de caza la marcha de la traílla debe ser ejemplar, entre otras cosas para no poner en peligro al conductor en tramos difíciles que exigen la absoluta concentración tanto del perro como del cazador.

Llevaremos a nuestro perro a un campo y después de jugar con él iniciaremos el adiestramiento.

Intentaremos que se siente con la orden de «sentado» y sólo después le pondremos la traílla felicitándolo con «bien». Situándonos frente al alumno, naturalmente siempre sin soltar la traílla, lo llamaremos con la orden «ven», mientras efectuamos una pequeña tracción con la traílla, intentando que se sitúe a nuestra izquierda con la orden «pie». Si todo ello es ejecutado correctamente felicitaremos al perro con «bien».

Cuando el perro se haya habituado al contacto y a la restricción del collar, intentaremos caminar, tratando siempre de mantener al alumno a nuestra izquierda, de forma que su tórax quede en línea con nuestra rodilla. Nos dirigiremos hacia un árbol y lo pasaremos por el lado derecho; si el perro intenta pasar por el lado izquierdo, nos detendremos y tiraremos de él reprimiéndolo con un seco «no». Luego seguiremos caminando. A veces el perro intenta precedemos y, al hacerlo, naturalmente tira de la traílla.

No debemos permitírselo: tiraremos de inmediato de la cuerda dando la orden «pie», nos detendremos y lo situaremos en posición de sentado. Cuando se haya calmado seguiremos caminando.

En caso de que, durante el avance de la traílla, el perro intente adelantamos aunque sea un poco, sin tirar de la traílla, intervendremos con ligeros golpes de la rodilla izquierda, o bien con una caña o una fusta le daremos delicadamente en el morro para molestarle. Puede suceder, al contrario, que el perro, asustado, se quede atrás y se deje arrastrar. En este caso el conductor debe vencer el temor del animal y, sin dejar de incitarlo, tirar de él ligeramente, impartiendo la orden «ven». También es posible que el perro cruce continuamente de izquierda a derecha: en este caso bastará actuar con oportunas tracciones en la traílla.

Otra orden que debe enseñarse, muy importante para el cazador, es el «atrás», con la que se pide al perro que permanezca junto a nuestros talones e incluso un paso más atrás de forma que no nos estorbe en momentos determinados. Mientras damos esta orden, tiraremos de la traílla y desde ese momento nos situaremos delante del perro y no al lado. Conviene intentar este ejercicio cuando el perro esté un poco cansado, escogiendo como lugar de adiestramiento un camino estrecho, de forma que quedarse atrás sea para el perro casi natural. Después de algunos ejercicios bien repetidos el perro inteligente comprenderá qué posición debe adoptar para no molestar a su conductor.

Para poner a prueba el grado de aprendizaje de nuestro alumno cambiaremos a menudo de velocidad y efectuaremos repentinos cambios de dirección hacia la izquierda y hacia la derecha. También pasaremos por zonas boscosas, intentando frecuentar los lugares que habitualmente recorreremos durante la caza.

 Texto extraido del libro "El adiestramiento de los perros de caza" por Claudio de Giuliani.


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domingo, 20 de mayo de 2012

Spanier Breton Nina


Quizás una de las razas más conocidas por el cazador de la pluma, un perro que dará buenas jornadas de caza tanto al novato como al más experto.

Una raza muy obediente la cual se puede tener en casa sin ningún problema.

Muy buen recuperador de piezas.




En el siguiente video podéis apreciar la cualidades es esta joven bretona de tan solo 10 meses que puede hacer las delicias del cazador con sus paras y su cobro de pieza.








Drahthaar aleman Brava


 Drahthaar alemán, o también conocido como braco alemán de pelo duro, es una raza muy polivalente que tanto puede cazar la perdiz o la codorniz en las llanuras, como el faisán y la becada en zonas boscosas.

Una de las características del Drahthaat es que tanto ventea como rastrea, una cualidad que le hace apto para varios tipos de caza.

En esta ocasión os presentamos este vello ejemplar llamado Brava, de tan solo 2 años de edad.







En el siguiente video podréis apreciar las cualidades Brava.





Como habréis podido apreciar en el video, Brava es una hembra de Drahthaar con mucha energía con la cual podréis disfrutar de unas largas y satisfactorias jornadas de caza, tanto en el llano como en el bosque.


miércoles, 11 de abril de 2012

Pointer Yaki

El pointer, el perro de caza  para la pluma por excelencia. Incansable cazador.

Dotado de un finísimo olfato, sabe percibir el más leve olor de cualquier animal, incluso en climas cálidos y secos. Galopador incansable, de ánimo impetuoso y buscador veloz.

Las características de su modo de trabajar son la muestra muy firme, erguida y muy expresiva.

Aquí os mostramos este vello ejempla llamado Yaki de 18 mese.






En el siguiente video podeis aprecias las dotes de Yaki.


 Yaki os puede hacer disfrutar de buenas jornadas de caza.